¿Para qué escribo? Para exorcizarte. Para qué escribo, para saber un poco más de mí, para sorprenderme en la marcha; para qué escribo, para matar el tiempo mientras se prepara el café y dan las seis. Escribo para no pensar en los chicos, que ya no vienen por aquí. Escribo para no perder mis memorias. Escribo para tener algo qué leer en las noches, cuando los recuerdos se me nublan. Escribo para inventarte de nuevo, para cambiar los mechones de tu pelo, o la curva de tu nariz, para hacerte distinta, ajena, lejana. Escribo para saber qué quiero de mí. Escribo para hablar conmigo mismo, para no pensar en las grietas del techo o en el chirrido de la puerta. Escribo para poder ser joven de nuevo, para tener cinco, diez, o doce años. Escribo para no llegar nunca de nuevo a los veintidós. Escribo para detener el tiempo. Escribo, sobre todo, para que el miedo sea solo un espíritu bajo la cama, y no una lápida con tu nombre.
miércoles, 15 de abril de 2015
Y quiero decirte
Y quiero que sepas que ya no le creo a papá cuando me
repite que volverás y que no ha sido mi culpa lo que ha pasado, y quiero
decirte que me habría encantado conocerte, y pasar las tardes y las noches
contigo y mirarte la mano cuando me la soltás para dejarme en el colegio por
las mañanas y quejarme de tu prisa a todas horas y reírme cuando imitas a papá
con su andar lento y llorar cuando él vuelve en las noches y me dice que todo
estará bien y ver su cansancio y los ojos pequeños que pone y como aprieta los
dedos y quiero decirte que me encantaría ir contigo al mar y al río y que me
cantaras con esa voz tan linda que me imagino que tienes y que cada noche me
arroparas antes de dormir y que de nuevo en las mañanas yo me quejara de tu
prisa y quiero decirte que ya no le creo a papá cuando me dice que no ha sido
mi culpa y quiero decirte que me habría encantado conocerte y no ser y no ser y
no ser el culpable de que ya no estés.
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