lunes, 31 de octubre de 2011

Cuento en cuatro (3)

Corrió deprisa, tropezando entre zancadas con rocas y graba del pavimento viejo y apenas iluminado de la vía. Recordaba apenas las indicaciones (una farola roja en la esquina, calle 4ta y un taller en la otra esquina) y entre la agitación y el pánico solo le estiró la mano al primer carro que vio.  Tomó otro autobús con la mayor rapidez que pudo. No quería volver nunca más a ese lugar, y mucho menos tener que encontrarse de nuevo con...
Pasó por encima de las grietas entre barras metálicas del piso mugriento, ligeramente tocando con asco la mano grasienta y peluda del conductor. Se tiró en el asiento rojo de cuero forrado en plástico de la última fila a la derecha y descorrió la vieja cortina para ver por la ventana; en otros tiempos, quizá mejores, ese destartalado bus había servido para hacer largos viajes. Irónico, pensó en que precisamente eso era lo que él quería. Respiro profundamente varias veces, tomándose todo el tiempo posible, y sintiendo como sus parpados apenas se despegaban entre sí. Se quedó dormido completamente. Al despertar, somnoliento y aun preocupado, descendió del autobús en la que supuso sería la última parada. Allí lo esperaba una farola roja, y en el taller subían la cortina de hierro para comenzar a trabajar.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Cuentos rapidos. (1)

Frenidades de un esquizo

De nuevo, como todos los días, se sentó en aquel viejo y raido sillón, levantando una nube de polvo que se disperso en el aire. Ni siquiera las hormigas sabían de su presencia. Lore lo había abandonado hacia ya demasiado tiempo, tanto, que ya ni recordaba la fecha en que dejó de pensar en ella para comenzar a pensar en él mismo.

Suspiro, luego fregó sus ojos y pasándose las manos por la piel grasienta no quiso pensar en nada más. Intentó aclararse la garganta para hablar, qué más daba si no había nadie para escucharlo, no necesitaba de nadie más, pensó, o eso quiso pensar cuando, luego de un tímido tartamudeo, recibió una respuesta con una voz tan familiar, tan suya, tan recordada a través de 31 años de hombría y cansancio.
-Ya no estás solo.




lunes, 3 de octubre de 2011

Cuento en cuatro (3)

Entre salto y salto.

Cada día me pisoteaban sin compasión, me lanzaban rocas, me caían encima, haciéndome sentir ese tacto suavecito que tanto repudiaba. Ya estaba harta. No los soportaba más.
Recuerdo que un día uno de esos mugrosos salió al patio; yo estaba ahí, como siempre. De lejos me vio, y con una sonrisa maquiavélica caminó hasta mí. Yo me quedé inmóvil. Sus pasos, la vibración de esos zapatos de suela me enloquecía. Era un día de esos en que nada está caliente, y él, saltando de nuevo, como esos pequeños demonios que saltan la cuerda, me pisoteaba de un lado a otro. No lo soporté más.
En este instante, en el mismo instante en que comencé a llorar, las gotas de lluvia se unieron a mí. Con un torrente amazónico, sin precedentes y de esos que inundan hasta los pent-house, desaparecí. Por fin fui libre. Por fin terminó mi tormento de rayuela.

domingo, 2 de octubre de 2011

Julio Cortázar. Genio.

Historias de Cronopios y Famas

Preambulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj.

Stylo

Love, electricity, shockwave central
Power on the motherboard, yes
Push up, overload, legendary heavy glow
Sunshine, thunder roll, keep this on
Yes the lantern burns frim and easy
And broadcast, so raw and neatly
Thunder roll, sunshine, work it out.


Nunca habia visto a los de Gorillaz en un video en 3D. Sinceramente quedó genial, y me ha gustado bastante la idea que desarrollaron. La canción es muy buena y me hace gracia Bruce Willis (¿será porque me recuerda al pato willix? Vaaamos, el de Mixta!...¿Aún nada? http://www.youtube.com/watch?v=f4i8PIzuB1c)



sábado, 1 de octubre de 2011

Cuento en 4 (2)

(Pendiente de titulo)

-¿Es triste, sabes?
-Pues claro que es triste, idiota, y por tu culpa. Ni siquiera sé donde quedó Marco, y su pobre ciego mascota.
-Ya, ya, fuera o no mi culpa, las cosas pasan. Así como ese coche que se estrelló ahi, mira.
-Lucas, sécate, odio las lagrimas
-Pero si yo no puedo llorar, ...cómo..?
Se pasó por la cara aquel sucio y raido trapo barato, enmugreciendo más que retirando las
lagrimas, y luego abrió de nuevo los ojos para verlo parado enfrente. La calle aún se encontraba en ruinas, y las luces (las pocas que aún funcionaban) amenazaban con caerse y en un solo chispazo terminar de alivianar todo.
-Vámonos, ya no resisto este aroma a sesos, sexo, y aceite.
-¿Y dejar a eso dos ahí?- respondió Lucas.
- ¿Y a nosotros que nos importan?- Tomó una roca y la pateó lo más fuerte que pudo,
rompiendo un vidrio de un autobús cercano, el ultimo vidrio intacto. Lucas dijo algo en un
lenguaje inentendible y después comenzó a moverse junto a su compañero. Los dos vestían
trajes naranjas, totalmente impecables a excepción de los rostros sucios y las manos negras y
rojas, de tanto remover cuerpos. Por más escombros, charcos, y mugre que había, ninguno de los dos entraba en contacto con ellos, deslizándose sigilosamente entre las ruinas. Al final, Lucas se detuvo, miró a un lado y los ojos de un perro se posaron sobre él.
-No es de nuestra jurisdicción...pero, solo pensaba que...-titubeo- podríamos hacerles el trabajo una vez, ¿no?
Su compañero escupió al suelo y se negó a responderle, mientras tomaba un liquido azul de
una pequeña botella,calmando su sed.  Luego la dejó en el bolsillo lateral de su mochila, junto al libro grueso del carpintero, y volteó para volver a ver a Lucas.
-Tendríamos que habernos ido desde hace mucho rato, y a ti te da por ponerte como toda una mamá, salvando pellejos.  Acaba con el perro y larguémonos. Al final terminaras volviéndote uno de ellos. Ya hasta lloras y sientes compasión.

Cuento en cuatro (1)

La idea del cuento en cuatro es comenzar un escrito a partir de una palabra que te dice alguien, luego continuas escribiendo y esa misma persona (o varias, aunque no recomendable ¬¬) te dice 3 palabras más. El escrito termina poco tiempo despues de saber la cuarta palabra.


Ellos

No podemos caminar más de trescientos cincuenta metros al día. No podemos mirar más allá de la línea trazada entre los arboles de la ultima calle. No podemos hablar de esto, pero a escondidas, y aprovechando mi intelecto, mi hermana me ha traído unas cuantas hojas arrugadas; sacadas quien sabe de qué basurero, o recicladas de los tomos enciclopédicos que no nos dejan leer.
La lámpara nos iluminaba con su luz amarilla y su esplendor espeso, como de calabozo.
 Alguna vez, entre tantos libros llenos de soga que me tocaba transportar, encontré uno con la cuerda floja; lo abrí. Dentro estaba  uno de los más sorprendentes escritos del mundo (de mi mundo, porque qué más mundo voy a conocer?)Leí de un péndulo, de un salón mortuorio y ratas, muchas ratas. Era demasiado perverso, demasiado tétrico para los gustos de Lucia, mi hermana, pero aún así se lo leí. Leí todas y cada una de las letras de aquel cuento, transportándonos en un viaje hasta aquel mundo sombrío, mejor que el nuestro.
Me levanté, con un maldito sonido de aguas en mi oído, sabiendo que pronto lo perdería, igual que mi vista. Hice una marca más en la pared caliza, tomando una roca puntiaguda y luego pasando por allí mi tintero negro. Al final, escondí todo detrás del telón del patíbulo. Pasé por encima de los cráneos secos, y con un débil siceso de mis ropas, llegué hasta el lugar más alejado del salón. No nos tienen permitido caminar más de trescientos cincuenta metros al día. Me vieron. Di un paso más. Repito, me vieron.