lunes, 12 de marzo de 2012

Reflejos y madera.


Hoy me he levantado más liviano que anoche. No sé, me ha subido un cosquilleo desde la punta de los pies, hasta instalarse en mi nuca. Y de pronto me ha dado por reírme a todo taco, justo como uno de esos viajeros intergalácticos de pacotilla que pasan en la tv los domingos en la mañana. Quizá hasta me convertí en uno de ellos. No sé. Liviano, pero no libre.
Siempre he pensado que la liviandad está relacionada con la libertad, bueno, lo pensaba más bien hasta hoy en la mañana cuando desperté más ligero, pero no más libre. En la sala, casi sobre el recibidor y frente al espejo del pasillo, un cuerpo descansa con la cabeza gacha, las mismas ropas de ayer, y con la espalda desgarrada. Lo sé, no lo he visto hoy, pero sé que está allí. Yo soy su verdugo.