martes, 7 de mayo de 2013

Más allá del Humanismo


No puede haber un título más acertado que "El futuro (ya) es lo que era", si queremos hablar sobre Ciencia Ficción y Tecnociencia. Y es que, como lo plantea José Luis Molinuevo en Humanismo y nuevas tecnologías, las tecnociencias han permitido volver realidad aquello que, años atrás, solo se imaginaba en películas de Ciencia Ficción.

Molinuevo habla de la segunda creación, quizá en términos similares a los que expone Paula Sibilia en su libro El hombrepostorgánico; Molinuevo dice que la segunda creación se refiere a las creaciones humanas y a las transformaciones del hombre mismo por obra de las tecnologías. Es decir, procesos fáusticos y prometeicos que se enmarcan en una sociedad que avanza descomunalmente hacia lo que podría ser una nueva forma de vivir, el llamado Trashumanismo. Sin embargo, Molinuevo va más allá que Sibilia y expone dudas acerca de este "Trashumanismo". Habla, al igual que Teresa Aguilar, en Ontología Cyborg, de procesos en los que los hombres traspasen el límite de la corporalidad biológica y se conviertan en seres de mera información. Aguilar, habla de una actualización del concepto filosófico de dualidad entre cuerpo y alma. Además de proponer la llamada Self-transformation, que sería, en pocas palabras, la capacidad de dirigir, guiar y motivar la autoevolución con fines definidos. No obstante, cabe aclarar que los autores no se refieren únicamente a procesos en los que se intervenga directamente a los seres humanos, sino también de creaciones, como dice Molinuevo, In Silicio. Nuevas formas de "vida", creaciones con inteligencia artificial que, más allá de procesos lógicos y racionales, también experimentan y conocen los sentimientos.

Esto plantea, nuevamente, los problemas de ética sobre la posición de creador equiparado a un Dios. La posición del hombre como creador de vida. Lo dice Molinuevo en un apartado de su texto Humanismo y nuevas tecnologías: "Detrás de la aparente ligereza de estos planteamientos de Sloterdijk laten unos problemas que se repiten desde hace siglos, como son la relación entre un dios perfecto y una creación imperfecta y la responsabilidad moral del creador. Que pasan ahora a la creación de seres artificiales/naturales por parte del ser humano."

Existen, pues, dos posiciones (en términos generales) frente a estos avances tecnocientificos y los problemas éticos que surgen de los mismos. Por una parte, se encuentran quienes consideran el fin de la humanidad como un problema; que ven el futuro lleno de creaciones dotadas de IA muy parecido a lo exhibido en la película Matrix. Aquellos partidarios de este posicionamiento encuentran en los avances mencionados la muerte de la humanidad, una desnaturalización de los procesos como se los conoce hasta la actualidad, quizá. Mientras que por otra parte se encuentran quienes, como Margaret Boden, encuentran en dichos avances tecnocientificos una nueva forma de humanidad, una posthumanidad que, según dice, siendo citada por Molinuevo, nos ayude a rehumanizarnos, puesto que nos encontraríamos frente a frente a unos seres capaces de hacernos reflexionar sobre nuestras propias vidas.

Teresa Aguilar expone en Ontología Cyborg la Declaración Trashumanista del World Trashumanist Association en la que, en siete apartados, se plantea la posición de este grupo frente a las nuevas tecnologías, las tecnociencias de fines fáusticos y la llamada Trashumanidad (que Molinuevo llama por su parte Posthumanidad). En algunos apartados, por ejemplo, se expone el deseo de los Trashumanistas de que no se bloquee el avance tecnocientifico a causa de fobias y miedos, pero que tampoco se llegue a avances que terminen con extinguir la vida inteligente sobre el planeta.

Lo dice Aguilar: "El trashumanismo se plantea un ser trascendental, abstracto, puro, para lo cual no necesita de un anclaje humano de tipo orgánico, sino que más bien éste se resuelve en impedimento para la existencia postbiológica, por lo que se hace necesario su supresión. El ser es así trascendentalmente tecnológico". Algo muy similar a lo propuesto por Tom Maddox en su cuento Ojos de Serpiente, en donde un ser llamado El Aleph (sin dejar de lado  a Borges y su Aleph que permite conocer y ver cada punto del universo), es el conocedor de todo aquello que le rodea. Desde sentimientos hasta sensaciones. Este Aleph de Maddox no es definido como máquina, pero tampoco como humano.  Es, quizá, la conformación de algo que va más allá y que autores como Molinuevo y Aguilar dejan vislumbrar. Es una existencia post(tras)humana.


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