miércoles, 26 de junio de 2013

De un reloj de arena

Lo doloroso de los recuerdos perdidos no recae en olvidarnos de golpe de las cosas, sino en irlas olvidando de a pedacitos; es encontrarse una mañana con el café en la mano y no recordar cómo se bebe, es acostarse a dormir junto a la mujer amada y a mitad de la noche saberse tan solo, con un vacío por dentro que no se llena más que con frustración y angustia, porque es eso, es encontrarnos en el camino pero no saber nuestro destino y es allí cuando gana la muerte, quizá, un poco mas rápido que de costumbre. 

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